31 enero 2008

‘Crackberries’ los adictos del siglo 21

Los “Crackberries” se preocupan más por sus asistentes electrónicos personales que por sus familiares, amigos o compañeros de trabajo. Juan O’Neill, director del departamento de adicciones de la clínica de Menninger, en Houston, los describe como “atados con alambres”.

“El correo electrónico mediatiza sus relaciones interpersonales, evitando cada vez más las conversaciones cara a cara” dice O’Neill. Sin embargo otros investigadores no están de acuerdo, indicando que hay que tener cuidado en determinar qué es un aficionado a la tecnología y qué un adicto a ella.

En lo que todos están de acuerdo es que la Internet promueve comportamientos tan adictivos como el juego, el sexo y la cleptomanía, y que los asistentes personales son un portal portátil para entrar en ella.

Algunos indicios de adicción a la tecnología son consultar el Blackberrie compulsivamente, antes de almorzar, cenar o incluso antes de sentarse a ver una película en el cine. “Algunos incluso miran sus Blackberries furtivamente, mientras fingen estar realizando otra actividad” describe O’Neill, concluyendo que son adictos potenciales.

Según este investigador, estos son síntomas que hay que tener en cuenta a la hora de evaluar qué tan adictos nos hemos vuelto a la tecnología:

- Nos molestamos cuando nuestro Blackberrie se malogra. - Perdemos la cabeza cuando no se conecta a la Internet. - Usamos el Blackberrie furtivamente, fuera de la vista de familiares o amigos.

Otros investigadores sin embargo, insisten en que hace falta criterios más claros para determinar una posible adicción a los asistentes personales, ya que el supuesto “apego” puede ser en realidad simple necesidad de uso.

Según ellos, para considerar este apego como una adicción los usuarios deberían presentar también “síndrome de abstinencia” y descuido real de sus relaciones familiares e interpersonales.

Eugene Samoza, director del centro de investigación de adicciones en la Universidad de Cincinnati, dijo que las adicciones secuestran el centro natural de la recompensa del cerebro, tomando control de la dopamina, el neurotransmisor de la felicidad. En todo caso, Samoza dice que si se llega a comprobar que los “Crackberries” son adictos, también ellos podrían cambiar y curarse.

O’Neill está de acuerdo con esa afirmación y aconseja a los usuarios de asistentes personales hacerse un examen de conciencia: ¿cómo estás usando las nuevas tecnologías? ¿Puede pasar un par de horas sin consultarlas? ¿Puede supeditarlas a tus relaciones familiares y laborales?

Arboles-robot purificarán el aire de Lima

La contaminada ciudad de Lima dispondrá de árboles-robot, cada uno de ellos capaz de purificar aire suficiente para que respiren al día 20.000 personas, gracias a la iniciativa de una empresa especializada en la protección del medio ambiente.

Uno de estos "superárboles", como ya se conocen en la capital peruana a los purificadores urbanos, tiene la misma capacidad de absorber CO2 y emitir oxígeno que 1.200 árboles reales y de filtrar 200.000 metros cúbicos de aire al día, explicaron los responsables del proyecto.

La iniciativa parte de Tierra Nuestra, empresa peruana dedicada a la conservación a través del desarrollo tecnológico. "Nos juntamos un grupo de ingenieros, economistas y financieros peruanos y empezamos a trabajar en cómo podríamos solucionar el tema; así presentamos el proyecto del purificador de aire y comenzamos a desarrollarlo", narró uno de sus creadores, el ingeniero Jorge Gutiérrez.

Dos años después, el prototipo del purificador PAU-20 se ha erigido en el exterior del Ministerio de Producción de Lima, donde ha sido visitado, según Gutiérrez, por escolares y autoridades. "No sólo de Perú, sino también de Estados Unidos, Colombia, Venezuela, Chile, Corea, e incluso personalidades procedentes de París y Madrid", añadió el ingeniero.

Su funcionamiento es simple, reproduce "determinados procesos que se realizan de forma natural en la naturaleza, procesos termodinámicos, de presión, enfriamiento", es decir, la máquina recoge aire contaminado y lo devuelve limpio, explicó Gutiérrez. Todo el proceso por un costo de tres dólares diarios.

El creador del "superárbol" afirmó que en otros países ya se han desarrollado proyectos similares, pero que todos resultaban inviables por su alto coste. "Las máquinas desarrolladas en México o Chile proponían un consumo de entre 48 y 68 kilovatios por hora y un mantenimiento continuo, mientras que nosotros apenas utilizamos 2,5 kilovatios (el equivalente a 25 bombillas de 100 vatios) y alrededor de 60 litros de agua cada cinco horas", detalló el miembro de Nuestra Tierra.

En cuanto al coste de instalación, el objetivo es lograr que empresas con interés en labores de responsabilidad social se apunten como patrocinadores y que los purificadores de aire no supongan un coste para los municipios peruanos.

Aunque el proyecto ha sido especialmente desarrollado para la contaminada capital del país andino, rodeada de cerros de arena y donde nunca llueve, el objetivo es exportar los purificadores de aire. "La idea es llevarlo a la mayor cantidad de países que tengan este problema y poder trabajar a escala mundial para mejorar la salud de las personas", aseguró Gutiérrez.